viernes, 18 de junio de 2010

LA CLAVE DE LA FELICIDAD Y EL ÉXITO: LA OBEDIENCIA



Obedecer es aceptar y cumplir la voluntad de otra persona que está por encima de nosotros en una determinada situación. Esa persona puede ser nuestro padre, nuestra madre o de nuestros profesores. Detrás de todas las órdenes dadas por quienes más nos quieren siempre está la intención de ayudarnos y protegernos, aunque pueda parecernos que no es así...


Recuerden los padres, las madres y los educadores de nuestras escuelas, que la enseñanza de la obediencia a los niños es un factor importante en el desarrollo de su vida presente y futura, ya que la obediencia – y su antagónico, la desobediencia – están involucradas a cada momento del día en cada una de sus actividades. La diligente y continua obediencia a los reglamentos establecidos por las autoridades (padres, maestros, etc.) promoverá la felicidad de los niños tanto como honrará a Dios y hará bien a la sociedad.

Así, la obediencia también debe estar íntimamente ligada a la escuela, ya que de ella depende, en gran medida, que un alumno pueda alcanzar notoriedad y superación académica y moral. De su forma de actuar, para bien o para mal, resultará su futuro como hombre de provecho a la sociedad.

La obediencia forma parte del aprendizaje del control y regulación de la conducta, de la asimilación de las reglas, las cuales irá asimilando primero en el plano externo, haciendo las cosas como el adulto le dice para agradarlo, y ganarse su aprobación y elogio; y posteriormente, si el niño es debidamente estimulado por el adulto, por propio deseo, aprendiendo a controlar su conducta y cumplir las reglas de manera consciente, ya no para agradar a nadie sino por la satisfacción que esto le produzca. El aprender a ser obediente consiste también que se explique el por qué es necesario que se haga las cosas que se le pida, al niño.

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